Un día en Nueva York

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Un día en Nueva York (On the Town) es una película musical dirigida por Stanley Donen y Gene Kelly en 1949 y protagonizada por grandes estrellas de los musicales de la época, entre ellas el propio Kelly, Frank Sinatra, Betty Garrett, Ann Miller, Jules Munshin y Vera-Ellen. Cuenta la historia de tres marineros –Gabey (Kelly), Chip (Sinatra) y Ozzie (Munshin)– que disponen de un día de permiso en la ciudad de Nueva York. En busca de diversión se disponen a recorrer la Gran Manzana, pero conocerán a tres mujeres –la taxista Brunhilde Esterhazy (Betty Garrett), la antropóloga Claire Huddesen (Ann Miller) y la aspirante a actriz Ivy Smith (Vera-Ellen)– con las que vivirán diversas aventuras y con las cuales acabaran emparejados: Ozzie con Claire, Chip con Brunhilde y, finalmente, Gabey con Ivy.

El filme es la adaptación cinematográfica del musical del mismo título, On the Town, que se estrenó en Broadway en 1944 con música de Leonard Bernstein y letra de Betty Comden y Adolph Green, basado en una idea de Jerome Robbins para su ballet  de ese mismo año Fancy Free.

Rodaje de "Un día en Nueva York" en exteriores
Rodaje de «Un día en Nueva York» en exteriores

Un día en Nueva York presenta la novedad de que, por primera vez en la historia del cine, las cámaras filmaron en exteriores, en las calles de Nueva York, algunos números musicales. Pero, sin duda, su mayor aliciente es la música. Por ella obtuvo el año de su estreno el Oscar a la Mejor banda sonora (Musical). Sin embargo, la MGM excluyó algunas de las canciones originales de Bernstein e introdujo otras nuevas de Roger Edens. Ello no gustó nada a Sinatra, que prefería los temas de Bernstein, temas que siguieron formando parte su repertorio. Vamos a empezar con Sinatra interpretando una de las canciones suprimidas, “Lonely Town”, en un programa de la televisión estadounidense de 1960.

Veamos ahora el famoso “New York, New York”, el primer gran número musical de la película –de Bernstein, por supuesto– con la llegada de los tres marineros a la “maravillosa ciudad” en la que piensan disfrutar de un día a lo grande.

Betty Garrett, Frank Sinatra, Ann Miller, Jules Munshin, Gene Kelly y Vera-Ellen durante el rodaje de “Un día en Nueva York”
Betty Garrett, Frank Sinatra, Ann Miller, Jules Munshin, Vera-Ellen y Gene Kelly durante el rodaje de “Un día en Nueva York”

Cierto humor ligeramente subversivo se desprende en Un día en Nueva York. A un nivel superficial la película intenta negar el impulso sexual –después de todo, Gabey ama a la dulce e inocente “señorita Turnstiles”–, pero hay pruebas de él por todas partes en las referencias culturales (arte surrealista: un museo dedicado al homo erectus), las segundas intenciones (Brunhilde: “Él quería apreciar las vistas, y yo se las enseñé todas”) y, por encima de todo, la elevada energía de los números musicales, en los que se sublima artísticamente todo el erotismo, aunque no queda nada oculto en la valiente interpretación de Miller del “¡hombre prehistórico!”.

Vamos con los dos números (musicales) que acabamos de mencionar, con la señorita Turnstiles (Ivy, Vera-Ellen) y Gabey (Kelly) en un romántico paseo por Main Street, en primer lugar, y con Ann Miller (acompañada en el baile por Jules Munshin, Gene Kelly, Frank Sinatra y Betty Garrett).

Ambos números –»When You Walk Down Main Street with Me» y “Prehistoric Man” – son dos de las canciones que compuso Edens para el filme, como también estas otras dos que incluimos acto seguido: “You’re Awful” (con Frank Sinatra y Betty Garrett) y “On the Town” (con Kelly, Sinatra, Munshin, Miller, Garrett y Vera-Ellen).

Pocas objeciones cabe hacer a las canciones de Edens, pero Edens no es Bernstein. Entendemos, y compartimos, el enfado de Sinatra. Vean, si no, el último número que insertamos: “A Day in New York”, de Leonard Bernstein, que protagonizan Gene Kelly y Vera-Ellen, mostrándonos la parte más jazzística de la banda sonora de la película.

Un día en Nueva York ofrece diferentes y variados placeres bajo la sencilla pero efectiva premisa “la vida es un día”, aunque los dos directores, Kelly y Stanley Donen, todavía estaban lejos de alcanzar su ideal de integración entre música y drama. A menudo se pasa por alto el aspecto más izquierdista de la carrera de Kelly. Un día en Nueva York tiene, bajo la superficie y el impulso sexual, aspiraciones políticas: esta “sinfonía de la ciudad” es una oda a los placeres y pesares de la gente trabajadora, introduciendo experiencias en las grietas que dejan sus inhumanos horarios.

Que disfruten de un buen fin de semana.

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Información extraída en parte del libro 1001 películas que hay que ver antes de morir (2003)


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