El tango en Alemania: de los felices años 20 a los nazis y el tango de la muerte

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ORQUESTA DE PRISIONEROS EN EL CAMPO DE EXTERMINIO DE AUSCHWITZ

Explicábamos en nuestra entrada del 11 de este mes de junio A ritmo de tango en el París de entreguerras cómo este baile llegó a Europa, vía París, a principios del siglo XX, triunfó y se expandió por gran parte del continente. Una de las capitales que con mayor entusiasmo acogió esta nueva y sensual música fue Berlín, que en la época de entreguerras rivalizaba con París en ser la capital de la cultura del mundo occidental. El tango hizo furor en Berlín en los tiempos de la República de Weimar y continuó su popularidad tras la llegada de los nazis al poder en 1933, para diversión suya y escarnio de sus víctimas, como veremos. Eso sí, “alemanizando” música y letras.

Pero vamos por partes. Empecemos con un tema de finales de la década de 1920, cuando todavía no había estallado la Gran Depresión y Berlín vivía los “felices” –según para quien– años 20. Zwei dunkle Augen, zwei Eier im Glas (Dos ojos oscuros, dos huevos en un vaso) es un tema que compuso Friedrich Hollaender a ritmo de tango para la revista Es liegt in der Luft, estrenada en el teatro de Max Reinhardt de Berlín el 15 de mayo de 1928, con música de Mischa Spoliansky y letra de Marcellus Schiffer. Lo vemos en una versión que ya hemos incluido en otra entrada por la cantante alemana Katja Ebstein y la escritora y compositora de cabaret y también cantante Uschi Flacke, en una actuación para la televisión de su país de 1985.

Finalizaban los “locos años 20” y el tango estaba en pleno apogeo. Su música, tan propicia a la melancolía y la nostalgia, se adecuaba perfectamente a la remembranza de un tiempo tan próximo como lejano. Más o menos, como ocurre actualmente con eso que llaman crisis y que no es otra cosa que el triunfo de la revolución neoliberal. En 1930 otra composición, otro tango, del gran Friedrich Hollaender, Guck doch nicht immer nach dem Tangogeiger hin (¿Podéis dejar de mirar al violinista del tango?), era uno de los temas habituales de los cabarets y salas de bailes berlineses. Lo escuchamos en una versión del Trío Capriccio y Markus Goosmann con la grabación original de la orquesta de Dajos Béla.

Un año más tarde, 1931, triunfaba el tango “Du bist nicht die Erste”, de la comedia musical Ihre Majestät, die Liebe, compuesto por Walter Jurmann. La versión que sigue, estupenda como todas las suyas, corre a cargo de Max Raabe & Palast Orchester.

También Leo Monosson –gran estrella de la noche berlinesa que se vio obligado a huir de Alemania en 1933 por ser judío– popularizó Zigeuner, du hast mein Herz gestohlen (Gitana –o gitano, según– me has robado el corazón) en 1932, un tango de Austin Egen, Franz Grothe y Kurt Schwabach realmente bello. Por este motivo incluimos el vídeo que sigue a pesar de que mientras suena la canción contemplamos siempre una única imagen.

Kitsch Tango, otra canción del prolífico y siempre sugerente Friedrich Hollaender, es el tema que incluimos bajo estas líneas en una grabación de 1933 de Curt Bois (1901-1991), actor de éxito alemán que actuó en teatro, cabaret, musicales y cine y se exilió, el mismo 1933, a Estados Unidos, donde prosiguió su carrera e intervino en algún film mítico como Casablanca (1942).

Ese mismo año, 1933, el NSDAP –el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán que lideraba Hitler–, llegaba al poder aupado fervorosamente por millones de alemanes, nada menos que diecisiete millones les votaron (un 43,9 por cien). El tango no se resintió, lo comentábamos al principio. Es más, a los nazis les encantaba, y como todo lo que les gustaba lo utilizaron para sus perversos fines. El paradigma de tal circunstancia es el tango Plegaria, el “tango de la muerte”. Su compositor, Eduardo Bianco, no era alemán, sino argentino, pero nazi como el que más. Plegaria era un tango ya conocido dese que en 1931 Bianco lo dedicase al rey Alfonso XIII. No es de extrañar. Dedicó también tangos a Benito Mussolini y frecuentó a Adolf Hitler y a otros líderes del régimen nazi. De hecho, Bianco lo tocó frente a Hitler y Goebbels en 1939. Y Plegaria inició así su funesta trayectoria. Era el tema preferido por los mandamases de los campos de exterminio para que las orquestas de prisioneros –judíos la mayoría– interpretaran cuando llegaban los trenes repletos de judíos. Lo último que esperaban era ser recibidos con música. Nada malo nos puede suceder, pensaban. Y confiados avanzaban hacia la cámara de gas creyendo que iban a las duchas para ser desinfectados. Como alguien se detuviera ya sabía que jamás volvería a tocar, ni a respirar siquiera. Escuchémoslo por la Orquesta de Eduardo Bianco y la voz de Juan Raggi en una grabación efectuada en París en 1927.

Orquesta de prisioneros del campo de Janowska
Orquesta de prisioneros del campo de Janowska

La letra de Plegaria les importaba a los nazis un carajo. Y eso que la letra parecía pensada para lo que sucedería en los campos del horror, de la muerte, del exterminio de millones de personas cuyo único “delito” era ser diferente: judíos, comunistas, homosexuales, gitanos… No importaba la edad, por supuesto. “Plegaria que llega a mi alma / al son de lentas campanadas, / plegaria que es consuelo y calma para las almas desamparadas. / El órgano de la capilla embarga a todos de emoción / mientras que un alma de rodillas ¡pide consuelo, pide perdón! / ¡Ay de mí!… ¡Ay señor!… / ¡Cuánta amargura y dolor!”. Lo que les fascinaba era el aire solemne de su música, por lo que triunfaron versiones como la que sigue, de Malando y su Orquesta, formación holandesa de gran éxito en las décadas de 1930 y 1940.

Finalizamos la entrada con un fragmento del film Tango, una historia con judíos, documental dirigido por Gabriel Pomeraniec con libro y guión de José Judkovski, en el que interviene la cantante Zoila junto a otros grandes músicos argentinos y extranjeros.

Que el día les sea propicio.


4 respuestas a “El tango en Alemania: de los felices años 20 a los nazis y el tango de la muerte

  1. Muy triste saber que había gente que sobrevivió los campos de concentración y a lo mejor se quedaron con la connotación de que la música del tango acompañó la muerte.
    Buen trabajo y un saludo de una tanguera

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