Aristide Bruant y El Mirliton

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Imaginen que entran a un cabaret, o a un local de ocio nocturno. Un hombre, sentado al piano, está cantando. Ustedes ocupan una mesa y hacen algo de ruido. Entonces, el hombre del piano, sin dejar de tocar, les dice que son unos maleducados. Más tarde, también durante la actuación, se levanta alguien –no importa el motivo– y este suelta: “Todos los clientes son unos cerdos, sobre todo los que se van antes de tiempo”. Pues así es como procedía durante sus actuaciones Aristide Bruant (1851-1925), un cantante francés de cabaret que componía sus propias canciones y llegó a interpretarlas en su propio local, el Mirliton, en París, en Montmartre.Aristide Bruant in his Cabaret painting by Toulouse-Lautrec

Bruant llegó a París en 1866 y se estableció en Montmartre, por entonces lugar de encuentro de artistas y escritores consagrados que compartían espacio e inquietudes con jóvenes admiradores de su obra, ansiosos por ocupar un lugar en el mundo del arte y el espectáculo. “Busco fortuna / en las inmediaciones de Le Chat Noir / a la luz de la luna / ¡en Montmartre!”, cantaba en su canción Le Chat Noir. Y la consiguió. En este cabaret, Le Chat Noir, logró hacerse celebre, ganar dinero y abrir su local: el Mirliton.

imagesEl día de la inauguración, en 1881, la clientela era tan escasa que podía contarse con los dedos de una mano. Aristide Bruant ─hombre procaz, desvergonzado, atrevido y buen comunicador─, que ya de por sí tenía un fuerte carácter, se cabreó como pocas veces antes y se metió con los presentes en el local, insultándoles. Para su sorpresa, nadie se molestó, antes al contrario: recibieron sus groserías con regocijo, reían la ocurrencia y le seguían el juego. Cada día era más complicado épater le bourgeoisaristide-bruant.

Bruant era también un avispado hombre de negocios. Así que siguió comportándose del mismo modo con los clientes. Y esta manera de obrar contribuyó, sin duda, a aumentar su popularidad y la del cabaret, que al poco empezó a llenarse y siempre estaba a rebosar. A Bruant cada día le iba mejor. Su éxito fue fulgurante y pronto se retiró, marchando a Courtenay, donde vivió en una gran casa rodeado de perros y servidumbre mientras pasaba el tiempo con la caza y la pesca. El Mirliton, no obstante, siguió abierto y continuó proporcionándole buenos ingresos. Pero él ya no actuaba, sino que utilizaba dobles que vestían como él: chaqueta de terciopelo negro, camisa roja, bufanda roja larga y botas altas. Eso sí, el ritual era el mismo. Así, podríamos decir que, probablemente, Bruant fue el primero en vivir de su imagen.

El ambiente que se respiraba en El Mirliton según un grabado contemporáneo del pintor y litógrafo francés Steinlen
El ambiente que se respiraba en El Mirliton según un grabado contemporáneo del pintor y litógrafo francés Steinlen

El Mirliton estaba decorado con obras de de artistas, amigos suyos, que ocasionalmente exponían allí. Para algunos fue la primera oportunidad de mostrar su trabajo al gran público. Este sería el caso de Toulouse-Lautrec, que lo inmortalizó en su famoso cartel como el hombre de la bufanda roja y la capa negra. Como Le Chat Noir, su cabaret también editó una revista, Le Mirliton, en la que además de publicarse sus canciones, aparecían ilustraciones de Steinlen y cuadros de su amigo Toulouse-Lautrec.

Toulouse-Lautrec y Louis Anquetin en El Mirliton
Toulouse-Lautrec y Louis Anquetin en El Mirliton

París, la gran metrópoli de la Belle Époque, reflejaba tanto la opulencia de la nueva clase burguesa como la miseria que esta conllevaba para otros muchos que vivían en barrios miserables alejados del centro. Ese París nada agradable a la vista de los visitantes y de los buenos ciudadanos fue el que Bruant retrató en sus canciones, en las que hablaba de sus angustias y desdichas utilizando el lenguaje de la calle. Sin embargo, no eran sus protagonistas ─las clases sociales más bajas, indigentes, prostitutas, chulos y víctimas de la injusticia social─ los principales destinatarios, sino los burgueses que diariamente llenaban el Mirliton y la pléyade de aspirantes a la fama que compartían el bohemio ambiente de Montmartre.

Veamos a continuación una pequeña muestra de su amplio repertorio en versiones posteriores, aunque Bruant llegó a grabar buena parte de ellas antes de su muerte. El primer vídeo corresponde al tema Les loupiots (Los harapientos): “Es la más pequeña de las grandes ciudades, / los pequeños con el culo mal lavado / (…) / No hay pasteles, ni juguetes, ni ropa, / Y a veces [van] sin pantalones / (…) / Y cuando mueren en el fango, / van directamente al cielo”, dice su letra. La escuchamos en versión de la cantante y actriz francesa Isabeau, quien ha rescatado muchos de estos antiguos temas de los primeros cabarets en una actuación en el Théâtre de la Reine Blanche de París en 2009.

Ah!, les salauds! (¡Ah! Los hijos de puta!) es la segunda canción que incluimos, en una representación del Cabaret Aristide Bruant, que recrea el ambiente del Mirliton, durante 2009 en el Palais Mascotte de Ginebra. Les salauds!, ojo con ellos, están por todas partes.

Uno de los temas de mayor contenido social puede que sea Les canuts, como se conoce a los tejedores de seda (canuts) de Lion que protagonizaron diversas revueltas de entre 1831 y 1849. La de 1831 terminó con más de seiscientas víctimas y tuvo gran repercusión, sirviendo de ejemplo para otros levantamientos obreros posteriores, entre ellos la Comuna de París (1871). Es también la que sigue una actuación de los componentes del Cabaret Aristide Bruant.

Despedimos a Bruant con Rue Saint Vincent, canción que cuenta la historia de una hermosa muchacha de Montmartre, de aire inocente, que vive con su abuela y que una fría noche es asesinada por un joven. Historias de la rue Saint Vincent, historias de Montmartre, historias del bajo París. La interpreta el propio Bruant.

Que pasen un buen día.


2 respuestas a “Aristide Bruant y El Mirliton

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