
La novela de Charles Dickens (1812-1870) A Christmas Carol (conocida en las diversas traducciones al español como Cuento de Navidad o Canción de Navidad) cobra especial relevancia todos los años durante las Navidades. No tanto por su incuestionable calidad –en ella están patentes algunos de los rasgos más sobresalientes de la obra de Dickens: su talento para retratar individuos y escenarios memorables, su afilada ironía, su documentada crítica social, la eficacia y claridad de su prosa, su sabiduría constructiva– como por las versiones y adaptaciones que de ella se suceden en teatro, cine, radio y televisión.

A Christmas Carol es la primera de una serie de novelas ambientadas en época navideña que Dickens escribió entre 1843, año de su publicación, y 1848. Se trata de una novela breve –166 páginas en su primera edición– que narra la historia de un hombre avaro y egoísta llamado Ebenezer Scrooge y su transformación tras ser visitado por una serie de fantasmas en Nochebuena. A Cuento de Navidad siguieron The Chimes: A Goblin Story of Some Bells that Rang an Old Year Out and a New Year In (1845, Las campanas), The Cricket of the Hearth (1846, El grillo del hogar), The Battle of Life (1846, La batalla de la vida) –la más larga de todas, 400 páginas– y The Haunted Man and the Ghost’s Bargain (1848, El hechizado).

Unas más, otras menos, todas alcanzaron gran popularidad y contribuyeron a afianzar la notoriedad de Dickens. Sin embargo, ninguna ha tenido tanta trascendencia como Cuento de Navidad. En ella, Dickens nos describe la Navidad como el momento en que las acusadas diferencias sociales efecto de la Revolución industrial se manifiestan con mayor intensidad. Mientras legión de pobres –trabajadores o no– pasaban frío y penurias en las calles, los acomodados burgueses disfrutaban de un grado de bienestar impensable solo unas décadas atrás. Del modo de vida que caracterizaba la sociedad preindustrial y que giraba en torno a la familia apenas quedaba nada. Así, por ejemplo, siempre habían trabajado las mujeres y los niños, pero en el marco de la economía familiar, ayudando a sus padres. Ahora, en cambio, en la nueva sociedad, lo hacían en fábricas o talleres, sometidos a un estricto y agotador horario y a una rígida disciplina. Y lo hacía todos: el padre, la madre, los hijos…, cada uno en un lugar distinto y en jornadas diferentes. Podían pasar días sin que siquiera tuvieran tiempo para verse.

En este contexto, Dickens se propuso, como él mismo escribió, “despertar antiguos pensamientos de amor” para que la sociedad inglesa tomara conciencia de este desarraigo de las clases trabajadoras y para que el Estado les diera protección. El llamado ‘progreso’ no dejaba de ser el camino que conducía las clases populares a la miseria moral y material, desterrando viejas costumbres arraigadas en su seno que hasta entonces les había permitido llevar otro modo de vida. La Navidad ya no era –no podía serlo por las razones apuntadas– tiempo de celebración familiar.
El propósito de Dickens, en cierto modo, se cumplió y las Navidades empezaron a celebrarse tal como actualmente las conocemos. Eso sí, aún tardaría en llegar –tampoco mucho– ese ‘espíritu navideño’ que hoy hace las delicias de los centros comerciales y las multinacionales y endulza un poco la crisis por la que atraviesa el pequeño comercio. Lo que, dicho sea de paso, tampoco era lo que Dickens pretendía.
Innumerables son las versiones de A Christmas Carol en teatro, cine, radio y televisión. Ya a finales del siglo XIX el actor británico Seymour Hicks llevó una gira por los teatros de Inglaterra con su propia adaptación de la historia, que se prolongó hasta los primeros años del siglo XX, en la que hacía de Scrooge. En cine, la primera película que se estrenó basada en la novela data nada menos que en 1901 (Scrooge, or, Marley’s ghost, de Walter R. Booth). Lionel Barrymore se encargó de encarnar a Scrooge en la primera dramatización que se radió de A Christmas Carol el 25 de diciembre 1934, en la CBS Radio. Y desde 1944 es un recurso constante de la programación televisiva navideña en el mundo occidental.
De todas ellas, hoy nos ocuparemos de algunas de las más sobresalientes adaptaciones musicales de Canción de Navidad, empezando por la más que interesante película dirigida por Ronald Neame que se estrenó en 1970 Scrooge (Muchas gracias, Mr. Scrooge en la versión doblada al español) y protagonizaron Albert Finney (Ebenezer Scrooge), Edith Evans (El fantasma del pasado), Kenneth More (El fantasma del presente), Laurence Naismith (Mr. Fezziwig), Michael Medwin (Nephew Fred), David Collings (Bob Cratchit), Anton Rodgers (Tom Jenkins) y Suzanne Neve (Isabel Fezziwig). La banda sonora, obra de Leslie Bricusse –autor del guión y de la música y de la letra de las canciones– es francamente espléndida. Veamos algunos de sus números musicales. El primero, este genial “December the 25th” que interpreta Laurence Naismith acompañado del coro.
Son ahora Kenneth More (El fantasma del presente) y Albert Finney (Ebenezer Scrooge) quienes interpretan “I Like Life”.
“Thank you very Much” fue nominada para el Oscar a la Mejor canción original de las películas estrenadas en 1970, aunque finalmente el galardón se lo llevó “For All We Know”, del filme Amantes y otros extraños (Lovers and Other Strangers). “Thank you very Much” suena en dos momentos distintos: cuando Scrooge (Albert Finney) no se da cuenta que está viendo su propio funeral en el futuro y se encuentra a todos los que les debe dinero, liderados por Tom Jenkins (Anton Rodgers) y al final, cuando Scrooge se viste de Papá Noel y desfila por las calles encabezando un numeroso cortejo. Vamos con los dos.
Francamente sugestiva resulta la película rodada para televisión A Christmas Carol (2004). Conocida también como A Christmas Carol: The Musical se basa en el espectáculo musical del mismo título estrenado en el Madison Square Garden de Nueva York en 1994. La música es de Alan Menken, conocido por haber compuesto la música de numerosas películas producidas por los estudios Disney como La Sirenita, Pocahontas, La bella y la bestia, Aladdin, El jorobado de Notre Dame, Hércules y Enredados. Menken ha ganado un total de ocho Oscar y ha estado nominado dieciséis veces. Entre los protagonistas de esta versión televisiva que estrenó la cadena NBC figuraban Kelsey Grammer (Scrooge), Jesse L. Martin (El fantasma del presente), Jane Krakowski (El fantasma del pasado), Brian Bedford (Mr. Fezziwig) y Geraldine Chaplin (El fantasma del futuro).
De esta lograda producción insertamos los números “Christmas Together” –con Jacob Moriarty (Tiny Tim), Edward Gower (Fred Anderson), Linzi Hateley (Mrs. Cratchit), Jesse L. Martin (El fantasma del presente), Julian Ovenden (Fred Anderson), un grupo de ciudadanos y la familia Cratchit– y “God Bless Us Every One”, con Ruthie Henshall.
La impronta de Canción de Navidad –y del universo dickensiano en general– sigue presente entre nosotros. Buena prueba de ello es la cantidad de festivales, ferias y otros eventos que en estas fechas tiene lugar en numerosas localidades, especialmente en el ámbito anglosajón. Muy populares son, entre otros, los festivales sobre Dickens que se llevan a cabo en Rochester (Kent, Inglaterra), dentro del área de la autoridad unitaria de Medway, donde vivió Dickens de niño entre 1817 y 1822 y que se repite también en verano; Ulverston (South Lakeland, Cumbria, Inglaterra); Grassington (North Yorkshire, Inglaterra), Holly (Michigan, Estados Unidos) o Deventer (Holanda), en el que más de 900 personajes de las famosas novelas del escritor británico cobran vida en el casco histórico de la ciudad. Aunque, tal vez, el más llamativo sea el que se celebra todos los años, desde 1970, en San Francisco (Estados Unidos): la Great Dickens Christmas Fair (Gran Feria Navideña de Dickens). Durante cinco fines de semana, empezando por el que se inicia el viernes después de Acción de Gracias, centenares de actores –aficionados la mayoría– visten como en la época victoriana, interactúan con los visitantes recreando situaciones en diferentes ambientes –Music-halls, pubs, salas de baile…– o despachan en las diversas tiendas toda clase de productos que recuerdan aquellos tiempos.

Con unos vídeos de esta feria de San Francisco finalizamos la entrada. En el que sigue, un grupo de mujeres trabajadoras ataviadas con sus mejores galas nos muestran la tradicional costumbre del Wassailing: recorrer las casas cantando villancicos para, como se dice en España –donde los niños continúan practicándola, especialmente en los pueblos, aunque cada vez menos– pedir el aguinaldo. No se trata de mendicidad, como dice la canción que escuchamos en el vídeo, Here We Come A-wassailing, conocido villancico inglés compuesto sobre 1850: “No somos pobres pedigüeños que vamos de puerta en puerta, / somos los vecinos amigos que ves habitualmente”.
En los dos siguientes vemos dos momentos de lo que podía ser un espectáculo de Music-hall en tiempos de la época victoriana. En el primero, un grupo de cantantes aficionados nos enseña cómo hacer un buen café en la feria de 2008 interpretando What I Want Is A Proper Cup Of Coffee, canción del compositor inglés Bert Lee (1880-1946), autor de numerosos temas para Music-hall, si bien este es de 1926. En el segundo, de la feria de 2013, las cantantes de Music-hall Winnie-Woopsie Tappertit y Figgy LaFontaine interpretan Ta-ra-ra Boom-de-ay, canción que el compositor y director estadounidense Henry J. Sayers escuchó por la cantante negra Mama Lou en un conocido burdel de la ciudad estadounidense de San Luis y la incorporó a la revista Tuxedo, estrenada en Boston en 1891. Enseguida fue tremendamente popular en el mundo anglosajón y ese mismo año la cantante y bailarina Lottie Collins (1865-1910) la introdujo en Londres, donde pasó a ser una de las melodías más requeridas en los Music-halls.
Que pasen unas buenas fiestas.
Cómo me gusta este trabajo! ¡Es bonito! También me gusta la animación hecha con Jim Carrey … También vale la pena ver. Una Feliz Navidad y un próspero año nuevo para usted y su familia! Que Dios nos bendiga a todos!
Celebro que le haya gustado el artículo. Muchas gracias y muy felices Navidades, y que esta felicidad se prolongue el año que viene, se extienda a más personas y el mundo mejore aunque sea un poco.
Un blog bien estructurado. Hoy de diez. Feliz Navidad si no nos «vemos» y feliz noche.
Muchísimas gracias. ¡Feliz Navidad!
No creo que para ese nuevo orden mundial les haga falta recurrir a tanto, tal es la docilidad de la gente.
Muy interesante la entrada, como siempre. ¡Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo!
Muchísimas gracias. ¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!
Reblogueó esto en Marcela Isabel Cayuela LUCES Y SOMBRAS.
Excelente, la comparto 🙂 ¡Feliz Navidad y Feliz 2017!
Muchísimas gracias, Andrea. ¡Feliz Navidad, feliz 2017!
Felices fiestas Manuel. Me encanto la entrada.
Muchísimas gracias, Junior. ¡Felices fiestas!
Lo que se aprende contigo! Me encanta
Muy amable, Marina. Celebro que te haya gustado la entrada, pues es una de esas que cuesta un montón de tiempo hacerla y luego te preguntas ¿y para qué hago yo todo esto? Afectuosos saludos y enhorabuena por tu blog.
Jajajajajahaha ya, yo también he tenido esa sensación al empezar con el blog. Pero me hace ilusión.
El que compartas tus investigaciones con otros delata una personalidad generosa.
Me alegro de haberte encontrado.
Un abrazo! Y gracias!
Reblogueó esto en EL BLOG DE MANUEL CERDÀy comentado:
Posiblemente, después de Shakespeare, sea Charles Dickens (1812-1870) el autor más popular en lengua inglesa de la literatura universal. Dotado de un inmenso talento para retratar individuos y escenarios memorables con la claridad de su prosa, su afilada ironía y su acerada crítica social, su impronta está presente en casi en todos los ámbitos de la cultura británica.
Unas más, otras menos, todas sus novelas alcanzaron gran popularidad y le granjearon gran notoriedad de Dickens. Sin embargo, ninguna ha tenido tanta trascendencia como Cuento de Navidad, la primera de una serie de novelas ambientadas en época navideña que Dickens escribió entre 1843, año de su publicación, y 1848. En ella, Dickens nos describe la Navidad como el momento en que las acusadas diferencias sociales efecto de la Revolución industrial se manifiestan con mayor intensidad. Dickens se propuso –como él mismo escribió– “despertar antiguos pensamientos de amor” para que la sociedad inglesa tomara conciencia de este desarraigo de las clases trabajadoras. La Navidad ya no era tiempo de celebración familiar. El propósito de Dickens, en cierto modo, se cumplió y las Navidades empezaron a celebrarse tal como actualmente las conocemos.