Se cumplieron ayer, 14 de marzo, cuarenta años del fallecimiento de Busby Berkeley, excelente coreógrafo y director que cambió radicalmente la historia del cine musical. Es más, podríamos decir que fue quien lo hizo posible.
Nacido en Los Ángeles en 1895, su relación con el mundo del espectáculo se inició cuando tenía cinco años al debutar en la compañía teatral de su familia. Tras la Primera Guerra Mundial –en la que sirvió como teniente de artillería–, empezó a trabajar como coreógrafo en Broadway, siendo sus números cada vez más comentados y celebrados.
Busby Berkeley coreógrafo
Con la llegada del cine sonoro, los productores cinematográficos percibieron inmediatamente que sus coreografías –con gran cantidad de bailarinas que creaban ingeniosas figuras– iban a encajar como anillo al dedo en la gran pantalla.
Así fue, aunque su nombre no figuraba en los créditos en sus primeros trabajos. La primera vez que apareció como coreógrafo fue en Whoopee!, película de 1930 que dirigió Thornton Freeland y que fue el primer filme sonoro de Eddie Cantor y el que lo consagró como una gran estrella. Veamos su primera secuencia, o lo que es lo mismo, la primera coreografía reconocida de Berkeley para el cine. En ella apreciamos algunos de los rasgos más significativos de su trabajo: individualizar las bailarinas en un primer plano y moverlas a lo largo de todo el escenario para poder crear figuras geométricas, así como su técnica de filmar desde lo alto.
Berkeley se ganó enseguida el reconocimiento de público y crítica y los estudios cinematográficos solicitaban su colaboración cada vez con mayor frecuencia. Sus coreografías son lo mejor de películas como Palmy Days (1931, Un loco de verano), de Edward Sutherland; Flying High (1931), de Charles Reisner, o The Kid from Spain (1932, Torero a la fuerza), de Leo McCarey. Fue, no obstante, en 1933 cuando llegó su primer gran éxito del cine musical con 42nd Street (La calle 42). Aunque el director era Lloyd Bacon, Berkeley –autor de los números musicales– fue el auténtico artífice del triunfo de la película. Si 42nd Street se considera uno de los mejores musicales de todos los tiempos, es por el trabajo de Berkeley, quien contempló la magnífica partitura de Al Dubin y Harry Warren como si fuera a través de un caleidoscopio y, desbordante de imaginación, recreó una hipotética calle 42 con insólitos decorados. El argumento, así, resulta totalmente anecdótico. Veamos dos de los números más celebrados de La calle 42: “Young And Healthy” (con Dick Powell y el cuerpo de baile) y la secuencia final: “Forty-Second Street” (con Bebe Daniels, Dick Powell y el cuerpo de baile).
A partir de 1935 Berkeley comenzó también a dirigir. Sus películas fueron grandes éxitos. A su innegable talento se unió que eran tiempos de depresión económica, por lo que estas permitían a la gente soñar con el glamur y el lujo que siempre envolvían sus fantasías musicales.
Mas antes de repasar su labor como director, prosigamos con sus fascinantes coreografías en películas dirigidas por otros. Vamos con dos películas también 1933: Gold Diggers of 1933 (Vampiresas 1933 en la versión doblada al español) –dirigida por Mervyn LeRoy, con Warren William, Joan Blondell, Aline MacMahon, Ruby Keeler y Dick Powell– de la que vemos el número «We’re in the Money» (música de Harry Warren y letra de Al Dubin) y Footlight Parade (1933, Desfile de candilejas), que dirigió Lloyd Bacon y protagonizaron James Cagney, Joan Blondell, Ruby Keeler y Dick Powell, con el número “By a Waterfall”.
Ambas películas fueron producidas por la Warner Bros., compañía con la que siguió trabajando en varios filmes más como coreógrafo, entre otros Fashions of 1934 (1934, El altar de la moda), filme dirigido por William Dieterle; In Caliente (1935, Por unos ojos negros en España, Viva Señorita en Latinoamérica), de Lloyd Bacon; Gold Diggers of 1935 (1935) –que dirigió el propio Berkeley– y Gold Diggers of 1937 (1936), también de Lloyd Bacon. De esta última vemos su número final: “All’s Fair in Love and War”.
Berkeley era en los años de 1930 un coreógrafo más que reputado. Sin embargo, a finales de la década de los 30, y a causa de crisis económica desenconada por la Gran Depresión, la Warner decidió recortar los presupuestos de sus películas, lo que afectó especialmente a su cine, ya que sus coreografías exigían elevados costes de producción. Berkeley decidió cambiar entonces de estudio y se fue a la Metro, la compañía por excelencia del género musical. Allí le asignaron a las películas de sus dos estrellas juveniles, Judy Garland y Mickey Rooney, con los que rodó películas de mucho éxito como Armonías de juventud, Hijos de la farándula o Chicos en Broadway”.
Además de las películas que dirigió con Judy Garland y Mickey Rooney, siguió con sus coreografías. Eso sí, con menor presupuesto. Entre ellas, las de los números musicales de Broadway Serenade (1939, Se llevó mi corazón), de Robert Z. Leonard, o los de Lady Be Good (1941), película de la que comenzó siendo su director pero fue sustituido en pleno rodaje por Norman Z. McLeod, más austero que Berkeley.
El estilo de Berkeley comenzaba a mostrar síntomas de agotamiento y entró en declive a mediados de la década de 1940. Ahora se imponía un cine musical con los números más engarzados en la trama, como el que hacían Minnelli o Donen. Así que se dedicó únicamente a las coreografías. Cuando le llamaban, que no era siempre. Veamos algunas de sus últimas colaboraciones en la década de 1950, momento en el que casi nadie contaba ya con él. De 1953 es Small Town Girl (Una chica de pueblo), de László Kardos, de la que insertamos un vídeo en el que Ann Miller interpreta “I’ve Gotta Hear that Beat” (música de Nicholas Brodszky y letra de Leo Robin). Y de Easy to Love (1953, Fácil de amar), de Charles Walters, el tema original de Cole Porter que da título a la película que protagonizó Esther Williams, una de las pocas que seguían confiando en Berkeley.
Busby Berkeley director
La primera película que dirigió Berkeley fue en 1935 para la Warner: The Gold Diggers of 1935 (Vampiresas 1935 en la versión doblada al español). Contó con un reparto que encabezaban Dick Powell, Adolphe Menjou, Alice Brady, Gloria Stuart, Hugh Herbert y Glenda Farrell. De The Gold Diggers of 1935 vemos dos fragmentos de dos magníficos números con sendos temas de Harry Warren (música) y Al Dubin (letra): “The Words Are In My Heart”, en el que se utilizaron cincuenta y seis pianos de cola blancos que –como podrán apreciar– movían otros tantos hombres vestidos de negro creando ese fabuloso efecto tan propio de Berkeley, y un fragmento del conocido “Lullaby of Broadway”.
También para la Warner dirigió Stage Struck (1936) y Hollywood Hotel (1937). La espectacularidad de sus números dista bastante de la que mostraban sus anteriores coreografías al contar con un presupuesto mucho menor. Esta circunstancia movió a Berkeley a firmar contrato con Metro-Goldwyn-Mayer, iniciando una nueva etapa con la serie de películas musicales que protagonizaron sus estrellas juveniles de moda, Judy Garland y Mickey Rooney: Babes in Arms (1939, Los hijos de la farándula), Strike Up the Band (1940, Armonías de juventud) y Babes on Broadway (1941, Chicos en Broadway).
Vamos con la primera, una adaptación para la gran pantalla del musical homónimo de Broadway de 1937 al que se añadieron algunas canciones como Singin’ in the Rain (1929, música de Nacio Herb Brown y letra de Arthur Freed) –que interpreta Judy Garland– y Good Morning –que luego se incorporaría a la banda sonora de Cantado bajo la lluvia–, también de los mismos autores, con Judy Garland y Mickey Rooney.
Un año después se estrenaba Strike Up the Band (1940, Armonías de juventud), película cuyo argumento se centraba en un grupo de jóvenes estudiantes –encabezados por Judy Garland y Mickey Rooney– que forma su propia orquesta y consigue la fama al conseguir participar en el programa radiofónico de Paul Whiteman.
De Strike Up the Band vemos los números “Drummer Boy”, de Roger Edens (música) y Arthur Freed (letra), con Rooney a la batería y al vibráfono, y “Strike up the Band”, tema de 1927 obra de George e Ira Gershwin que suena en varios momentos del filme, especialmente al final, con Judy Garland. Esta última secuencia, con la que finaliza la película, en dos vídeos. En el segundo pueden utilizar el cursor e ir directamente al minuto y medio del mismo, ya que falta el sonido hasta ese momento.
La tercera de las películas mencionadas con Rooney y Garland, Babes on Broadway (Chicos en Broadway), estrenada en 1941, volvía a ocuparse de un grupo de jóvenes cantantes y bailarines ansiosos de triunfar en Broadway que decide participar en un musical con el propósito de recaudar fondos para los niños pobres. La larga secuencia en que los principales actores intervienen en un show de minstrel –género de teatro musical cuyo mayor esplendor se dio en la segunda mitad del siglo XIX que siempre interpretaban actores blancos con sus caras pintadas de negro– es posiblemente la más genuina de la forma de concebir Berkeley en el cine. El siguiente vídeo –con Judy Garland, Mickey Rooney, Virginia Weidler, Ray McDonald y Richard Quine– recoge el final. Los temas que escuchamos son Waiting for the Robert E. Lee –composición de 1912 con música de Lewis F. Muir y letra de L. Wolfe Gilbert– y la canción que da título al filme: “Babes on Broadway” (música de Burton Lane y letra de E.Y. Harburg).
En 1942 dirigió de nuevo a Garland en For Me and My Gal (1942, Por mi chica y por mí), pero en esta ocasión con Gene Kelly, que hacía así su debut en el cine. De esta película, que recrea el mundo de Broadway poco antes de estallar la Primera Guerra Mundial, vemos el momento en que ambos actores interpretan la canción que da título a la película y que compusieron en 1917 George W. Meyer (música) y Edgar Leslie y E. Ray Goetz (letra).
La relación de Berkeley con Garland se rompió en 1943 durante el rodaje de la película Girl Crazy, de la que fue sustituido como director. Berkeley volvió a cambiar de estudio y se fue a la Fox para trabajar con la exótica estrella Carmen Miranda. En The Gang’s All Here (1943, Toda la banda está aquí) la luso-brasileña protagonizó uno de los números más famosos de la historia del musical, “The lady in the tutti-frutti hat”, con el famoso sombrero hecho a base de frutas.
Como decíamos antes, el estilo de Berkeley dejó de estar de moda a mediados de la década de 1940. Como director cada vez recibía menos encargos y tenía, además, serios problemas con el alcohol. Dirigió un par de películas más y se retiró. En 1946, para la Warner, Cinderella Jones –con Joan Leslie, Robert Alda, Julie Bishop, S.Z. Sakall, William Prince y Edward Everett Horton– y en 1949 –con Frank Sinatra, Esther Williams, Gene Kelly, Betty Garrett y Edward Arnold– Take Me Out to the Ball Game, para la Metro, de la que incluimos el número “Strictly U.S.A.”, un tema de Roger Edens que interpretan Betty Garrett, Frank Sinatra, Esther Williams y Gene Kelly.
Poco después Berkeley dejó el cine. Murió en Palm Springs (California) el 14 de marzo de 1976, a la edad de 80 años.
Que pasen un buen día.
Qué gran repaso por las imaginativas coreografías de Busby Berkeley. Saludos, Manuel.
Nadie ha revolucionado tanto el cine musical como Berkeley. Lástima que no se la haga la justicia que merece.
Saludos, Eduardo.
Siempre agradecida a Manuel Cerdà por los buenos momentos que nos brinda.
Gracias mil, Neus. Me alegra tu comentario, pues esta entrada es hasta ahora una de las menos visitadas. ¡Con lo grande que fue Berkeley! Buenas Pascuas.