My Fair Lady: la película

My Fair

En su día (25 de noviembre de 2103) dedicamos una entrada a My Fair Lady en su versión teatral –“El musical perfecto” lo calificó el New York Times–, estrenada en Broadway el 15 de marzo de 1956 con un reparto encabezado por Rex Harrison y Julie Andrews que se mantuvo en cartel hasta el 29 de septiembre de 1962, tras 2.717 funciones. Ante tal éxito –en gran parte gracias a la excelente música de Frederick Loewe–, dos años después (1964) la Warner Bross. decidió llevar el musical a la gran pantalla. Para dicha tarea eligió a uno de los grandes directores de cine de todos los tiempos: George Cukor, con Audrey Hepburn en el papel de Eliza Doolittle y Rex Harrison en el de Henry Higgins, los dos principales protagonistas.

myfairladyCukor consiguió llevar a cabo una impecable traslación a la pantalla del musical y de la obra de Bernard Shaw en la que este se basa, cuya punzante crítica de la sociedad burguesa, como dijimos entonces, refleja ese mundo en el que la apariencia y la imagen, unidas al dinero, son la llave que abre todas las puertas de la ascensión social.

Tanto Rex Harrison como Audrey Hepburn no eran, en principio, los candidatos de Cukor para la pareja protagonista, sino Cary Grant y Julie Andrews. El primero rechazó el papel y Harrison –que ya había protagonizado el musical en Broadway– se hizo con él. En cuanto a Julie Andrews –su compañera en la obra musical–, el productor, Jack Warner, creyó que era mejor que su papel lo encarnara una actriz con más gancho, pues por entonces Andrews era una desconocida en el cine y, a su juicio, no aseguraría la recaudación necesaria en taquilla. Tras barajarse varios nombres –el de Elizabeth Taylor entre ellos– finalmente recayó en Audrey Hepburn. Eso sí, a Audrey la doblaría en los números musicales Marni Nixon.

Audrey Hepburn y Rex Harrison.
Audrey Hepburn y Rex Harrison.

My Fair Lady (Mi bella dama en Argentina) tuvo 12 nominaciones a los premios Oscar, de los que se llevó ocho, incluyendo los de Mejor película, Mejor director y Mejor actor (Rex Harrison). Audrey Hepburn, sin embargo, ni siquiera fue nominada. Aunque el gran público, en buena parte, desconocía que quien en realidad cantaba era Marni Nixon (su nombre ni tan solo aparecía en los créditos), no ocurría lo mismo entre los miembros de la Academia. Curiosamente, el Oscar a la Mejor actriz fue para Julie Andrews por Mary Poppins, estrenada el mismo año. El argumento es, lógicamente, el mismo: Henry Higgins, profesor de fonética y lingüista, apuesta con su amigo, el coronel Pickering, a que es capaz de transformar a una florista callejera londinense (Eliza Doolittle) en una dama de la alta sociedad.

Comenzamos los números musicales con el “Preludio” del musical, que el filme suena durante los créditos de presentación.

El profesor Higgins, un hombre obstinado y un tanto misógino, tiene la particular teoría de que el habla determina el futuro social de las personas –»Why Can’t the English Learn to Speak?” (¿Por qué los ingleses no pueden aprender a hablar?)– y lleva a cabo la apuesta que ya conocemos con su colega, el coronel Pickering. Es entonces cuando le propone a Eliza, una joven florista de fuerte acento cockney, darle clases de fonética, seguro de que conseguirá que sepa hablar un perfecto inglés y nadie notará que en realidad no es una dama de la alta sociedad. Esta se pregunta con sus amigos si será posible: “¿No sería maravilloso?” (“Wouldn’t It Be Loverly?”).

Higgins no se considera el tipo engreído e irascible que es. Es, dice, “un hombre común y corriente” (“I’m an Ordinary Man”).

El padre de Eliza, basurero de profesión, se presenta en casa del profesor fingiendo querer proteger la dignidad de su hija cuando lo que en realidad quiere es algo de dinero. Consigue cinco libras. Con ellas puede continuar de juerga con sus amigos (“With a Little Bit of Luck”: “Con un poco de suerte”).

Las clases que, insistentemente, da Higgins a Eliza no parece que dan los resultados pretendidos. Comienzan a desesperarse, pero no ella (“Just You Wait”: “Ya verás”).

Cuando ya casi dan la batalla por perdida, Eliza sorprende al profesor y al coronel con una pronunciación perfecta. Es el famoso número «The Rain in Spain» (“La lluvia en España”).

 

Eliza está excitada por sus avances, tanto que, dice, no cree que pueda dormir: “I Could Have Danced All Night” (“Podría bailar toda la noche”).

Llega el momento de la presentación en sociedad. ¿Dónde mejor que en las carreras de caballos del hipódromo de Ascot, lugar de encuentro y exhibición de lo más selecto de la sociedad londinense? Es el que sigue, “Ascot Gavotte”, es, a juicio de un servidor, uno de los números musicales más interesantes de la película. La apariencia lo es todo.

En el hipódromo se halla también un pretendiente suyo, Freddy Eynsford-Hill, a quien ha conocido al principio de la obra, que le propone una cita. La esperaré, dice, “en la calle donde vive usted” (“On the Street Where You Live”).

¡Por fin! Eliza ha pasado por una dama de la alta sociedad. Lo conseguiste (“You Did It”) le dice el coronel (excelente, como siempre Wilfrid Hyde-White).

 

Eliza, no obstante, reprocha a Higgins que la ha tratado como una niña, ha sido un experimento para él, y si ha logrado pasar por una dama es porque así se comportaba con ella el coronel. Higgins, contrariado, afirma que no es cierto. Eliza responde que ya no le necesita, que se casará con Freddy. Era absurdo, reflexiona, pensar lo contrario («Without You»).

Higgins, finalmente, se da cuenta de que no puede vivir sin ella: “Me he acostumbrado a su rostro” (“I’ve Grown Accustomed to Her Face”). Ella le ha dicho que no volverá a verla y así lo cree él, pero de pronto –mientras Higgins, melancólico, escucha la voz de Eliza en un gramófono– aparece esta. Como la versión teatral, la película finaliza con la frase de Higgins “Eliza, ¿dónde demonios están mis zapatillas?” (Eliza, where the devil are my slippers?). Todo da a entender que terminan juntos. En la obra original de Bernard Shaw, Pigmalión, Liza acaba casándose con Freddy y convirtiéndose realmente en una dama de la alta sociedad.

Buen fin de semana.

 


8 respuestas a “My Fair Lady: la película

  1. No sé si será el musical perfecto o no pero lo puedo ver una y otra vez y no le encuentro falta alguna,
    Injusticias apartes por usar la voz de Marni Nixon, Audrey está bella y hace muy creíble su papel. El resto del elenco genial. La mano de Cukor tan firme como siempre. Un resultado tan disfrutabe como este post. Gracias, Manuel.

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